domingo, 28 de febrero de 2010

la guerra entre mexico y estados unidos ( 1846- 1848)

Desde su independencia en 1821, México había tratado infructuosamente de consolidar un sistema de gobierno acorde a las necesidades del país. Para 1846 ya habíamos experimentado las más diversas formas: monarquía constitucional, república federal, república central y dictadura; pero ninguna había logrado establecer un gobierno sólido capaz de superar la lucha de facciones políticas y la tremenda crisis de la economía nacional que llevaba décadas minando las posibilidades de desarrollo. La guerra contra Estados Unidos en 1846 puso en evidencia el hecho de que, después de veinticinco años de vida independiente, México seguía siendo un país inestable. Sin embargo, a la debilidad interna hay que agregar el acoso de diversas fuerzas extranjeras imperialistas que veían nuestro territorio como un espacio de oportunidad para expandir su poder: tal fue el caso de Estados Unidos. Así podríamos decir que el enfrentamiento armado entre estas dos naciones fue producto de dos factores: por un lado el expansionismo y la ambición estadounidense; y, por otra parte, las luchas entre los distintos grupos políticos en México, que no lograban agruparse en torno a un proyecto de país(1).

La cuestión de Texas
A pesar de que Estados Unidos utilizó en ocasiones medios violentos para apropiarse de territorios ajenos, tenemos que decir que, en el caso del territorio tejano, mismo que sirvió de pretexto para el inicio de la guerra, no actuó sola la ambición extrema de nuestro vecino del norte: la ineficacia y en muchos casos el oportunismo de las autoridades mexicanas también influyeron. Conscientes de la dificultad que implicaba poblar ese territorio tan lejano, el gobierno decidió vender sus tierras a los colonizadores estadounidenses. De esta forma Texas era sólo nominalmente mexicana, ya que la mayor parte de la población que habitaba ahí había nacido en Estados Unidos; y sus costumbres, lengua y religión, se asimilaban más a aquellas profesadas por los habitantes de ese país. En ese sentido, era comprensible que sus necesidades e intereses personales estuvieran por encima del beneficio y protección de la nación mexicana.
Entre los tejanos existía un gran descontento hacia el gobierno de México. Por un lado, estaban inconformes con el hecho de que la capital de la provincia a la que pertenecían estaba muy lejos y ello complicaba cualquier trámite que se quisiera llevar a cabo. Por otra parte, les molestaba que el ejército estuviera conformado por criminales convictos que habían permutado su tiempo en prisión por servir en las fuerzas armadas. Finalmente, resentían que el gobierno les exigiera convertirse al catolicismo. Estas y otras razones estaban detrás de la intención de separarse de la República Mexicana.
Por su parte, Estados Unidos había intentado comprar en diversas ocasiones el territorio de Texas; sin embargo, sus ofertas habían sido rechazadas. Así, ante la renuencia del gobierno mexicano de escuchar sus peticiones y la imposibilidad de unirse al país vecino, los tejanos decidieron levantarse en armas.
En 1836, después de una infructuosa campaña militar del presidente mexicano Antonio López de Santa Ana para someter a los colonos, Texas consiguió su independencia de México. Años más tarde buscaría anexarse a Estados Unidos, lo que provocó el inicio de las hostilidades entre ambas naciones.
Los intereses esclavistas

Además de obedecer al expansionismo de Estados Unidos, uno de los factores fundamentales que dio origen a este conflicto armado fue
la esclavitud. Los colonos de Texas decidieron separarse de la República Mexicana argumentando que la forma de gobierno centralista que había adoptado México en 1835 iba en contra de sus intereses. Sin embargo, los estudios sobre este tema han demostrado que uno de los motivos principales que los llevó a rebelarse fueron las limitaciones a la esclavitud. Incluso si el sistema federal no hubiera sucumbido, la independencia de Texas se habría efectuado, ya que lo que estaba en juego tenía más que ver con las pugnas internas de las facciones estadounidenses que con el sistema político mexicano. Los mexicanos a favor de la guerra
Mientras Estados Unidos consideraba que Texas era un estado soberano y por ello podía anexárselo, México todavía pensaba que formaba parte de su territorio, y en ese sentido consideró su incorporación como un acto de agresión. Aun cuando los mexicanos se percataban de la imposibilidad de defender ese territorio, tampoco querían vender lo que consideraban parte importante del
patrimonio nacional. A este respecto, la opinión pública representó un peso muy importante en la toma de decisiones de las autoridades mexicanas. La asociación del expansionismo estadounidense con el racismo y la esclavitud motivó el miedo y el odio de los mexicanos, quienes vinculaban la pérdida de su territorio con la de su libertad y hasta con la extinción de su civilización a manos de los vecinos del norte. Por estas razones, el pueblo mexicano veía con desapruebo cualquier actitud moderada frente a su principal enemigo, y exigían una respuesta militar para dejar en claro que el país no aceptaría la expansión estadounidense hacia otras posesiones de MéxicoEl Tratado de Paz
El 2 de febrero de 1848 los representantes mexicanos se reunieron con el comisionado de paz estadounidense para firmar el Tratado de Guadalupe Hidalgo. Por medio de este documento, Estados Unidos adquirió más de un millón 200 mil kilómetros cuadrados del territorio mexicano que incluían la Alta California, así como los estados actuales de Nuevo México y Arizona. A cambio México recibió una indemnización de 15 millones de dólares.
Para Estados Unidos, la paz significó la adquisición de nuevas riquezas que le permitieron consolidarse en una potencia continental. Sin embargo, la anexión de tan vastos territorios y de la población que en ellos vivía tuvo consecuencias menos favorables. El debate sobre el futuro de los nuevos estados entre las distintas facciones políticas fue uno de los factores que provocaron el enfrentamiento conocido como la guerra civil estadounidense. En el caso de México el tratado no sólo implicó la pérdida de una porción significativa de su territorio, sino también el reconocimiento de la debilidad de nuestro país frente a Estados Unidos. Este fracaso militar dejó una cicatriz profunda en la sociedad. Una vez más México se encontraba en una crisis económica y política, que haría difícil el camino hacia la construcción de un proyecto nacional sólido.
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3l Movimiento de la independencia de l@ 'Nueva españa**


INICIACIÓN

JUNTAS LITERARIAS
Desde principios del siglo XIX empezaron a realizarse reuniones para planear la independencia del Virreinato de la Nueva España (México), en esta reuniones literarias destacó la de la ciudad de Valladolid (hoy Morelia), ya una vez habia sido descubierta por la autoridad española, pero aún asi siguió su marcha en Queretaro. A este tipo de juntas siempre asistían Criollos (hijos de españoles nacidos en América), ya que ellos eran los que mas deseaban la libertad y eran los que en un momento dado podían asumir el gobierno.
Estas nueva juntas se disfrazaban como "Academia Literaria" y eran realizadas en la casa del Corregidor Miguel Domínguez y de su esposa Josefa Ortiz de Domínguez. En estas reuniones también participaron Ignacio Allende, personaje importante en la sociedad y el cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, el cual era influyente entre los desprotegidos e índigenas, También participó Mariano Abasolo. Fué Hidalgo el que organizaría el movimiento popular Y Allende junto con Aldama serían las cabezas del ejército insurgente. El movimiento que organizaban debería estallar el 1º de diciemebre de 1810 para asi dar inició a la independencia. pero la conspiración contra la corona española fué descubierta por el virrey Francisco Venegas. El mensajero de la corregidora y el capitánAldama llegaron al pueblo de Dolores en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, y les avisaron a don Miguel Hidalgo y Costilla y a Ignacio Allende, que la conspiración había sido descubierta. Entonces Hidalgo exclamó: "Caballeros. estamos perdidos. Aquí no hay más remedio que ir a coger gachupines". Sacaron a los presos de la cárcel y metieron en su lugar a todos los españoles que vivían enDolores.

GRITO DE INDEPENDENCIA
Cuando la conspiración fue descubierta y enviados a prisión algunos conjurados, Hidalgo se enteró de la denuncia vagamente el 12 o 13 de septiembre. Dona Josefa Ortiz de Domínguez envió un emisario a Allende, pero no encontrándolo entregó la misiva a Aldama. Este entró a Dolores el 16 de septiembre a las 2 de la manana. Al enterarse Hidalgo que se había descubierto la conspiración en Querétaro, dijo a Allende y a Aldama: "Caballeros, somos perdidos; aquí no hay más recurso que ir a coger gachupines". Después de armar a 10 hombres se dirigieron a la cárcel para libertar a los presos, reuniendo hasta 80 hombres. Era domingo y llamó a misa más temprano que de costumbre. Hidalgo habló a los feligreses que acudieron increpándolos a levantarse en armas para derrocar al mal gobierno y esperar un mejor porvenir.
Las palabras de Hidalgo despertaron un vivo entusiasmo por la libertad, llegando a reunir casi 300 hombres. Prendieron al subdelegado, y así se adueñaron de la población sin la más mínima resistencia. Comenzaba la lucha por la Independencia. Unió a ellos el Regimiento de la Reina, y la gente del campo, principalmente indios, armados con hondas, palos e instrumentos de labranza, algunas lanzas, espadas y machetes, tocó las campanas para llamar a la primera misa. Por ser domingo, acudieron muchas personas, que en su mayoría eran indígenas. Desde el atrio, el cura les hizo una enérgica exhortación a liberarse del yugo español y terminó su breve discurso al grito de
"¡Viva la lndependencia! ¡Viva América! ¡Muera el mal gobierno! A lo que los feligreses emocionados respondieron: ¡Mueran los gachupines! " Rápidamente se organizaron, y a las once de la mañana, salieron de Dolores ochocientos hombres, armados con piedras, lanzas y palos. En su camino hacia la libertad, pasaron por varios pueblos y ciudades, cuyos habitantes apoyaron su noble causa, y muchos de ellos se sumaron al ejército libertador. Al llegar a Atotonilco, Hidalgo tomó de la iglesia una pintura de la Virgen de Guadalupe, con la que improvisó un estandarte y, mientras lo agitaba a la vista de todos, gritó: "¡Viva nuestra Madre Santísima de Guadalupe! ¡ Viva la América!"
Poco después los españoles eligieron a la Virgen de los Remedios, como patrona y generala de sus fuerzas. Al ser informado de que los insurgentes se dirigían a Guanajuato, una de las ciudades más ricas e importantes del virreinato, el intendente, Juan Antonio de Riaño, dio instrucciones a los soldados realistas de preparar el ataque en la Alhóndiga de Granaditas, mientras que sus empleados trasladaban a ella los caudales reales, los fondos de la ciudad y los archivos del gobierno, además de víveres y barriles de agua. Los españoles también usaron a esa fortaleza como refugio de sus familias, de sus tesoros y de ellos mismos.Hidalgo trató de persuadir al intendente a rendirse, pero Riaño le mandó decir altiva y despectivamente que lo "esperaba con sus chusmas" en el Castillo de Granaditas. El combate dio inicio al medio día del 28 de septiembre de 1810, entre una muchedumbre de indígenas, armados de piedras, lanzas y garrotes, y unas tropas muy bien equipadas. Los cañones eran tan potentes, que cada una de sus balas bastaba para matar a docenas de insurgentes. No obstante, los sublevados no se daban por vencidos y continuaban luchando valerosamente. Aunque las armas de los realistas superaban en mucho a las piedras de sus enemigos, el número de éstos era inmensamente mayor. Los mineros de Guanajuato, apostados en los cerros lanzaban un verdadero alud de piedras. Repentinamente los españoles y sus partidarios se sintieron perdidos y trataron de rendirse, pero ya era demasiado tarde. El Pípila le prendió fuego a la puerta, los rebeldes entraron a la fortaleza y aniquilaron a casi todos sus defensores.
Este sangriento acontecimiento indignó al gobierno español y a los representantes de la iglesia, quienes se apresuraron a excomulgar a los insurgentes. La inquisición, que ya había sido suprimida legalmente en España, volvió a establecerse y le dio a Hidalgo el cargo de "impío que sembraba en todas partes el horror, la desolación, los robos..." Pero las acusaciones de los españoles no tenían ninguna validez para el cura, quien prometió que: "Ya no habría inquisidor gachupín, ni arzobispo gachupín, ni virrey gachupín, ni rey gachupín, ni santo gachupín". En Guadalajara, Hidalgo formó un gobierno provisional y redactó manifiestos que abolían la esclavitud y el tributo, y promulgaban el reparto de tierras a los indígenas desposeídos. También en esa ciudad se publicó El Despertador Americano, un periódico que se convirtió en el vocero de las ideas independentistas. Cuando Félix Maria Calleja tomó el mando de las tropas realistas, los insurgentes empezaron a sufrir constantes derrotas, como en la Batalla del Puente de Calderón, que se entabló el 17 de enero de 1811, y que fue la última en la que participó Hidalgo. Posteriormente cayó prisionero y fue fusilado.
Después de la ejecución de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, los principales líderes del movimiento, los realistás los decapitaron, metieron sus cabezas en sendas jaulas de fierro, y las colgaron en las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas. Allí permanecieron hasta la consumación de la Independencia (27 de Septiembre de 1821). A la muerte de Hidalgo, la insurrección continuó en el sur, bajo la dirección del cura José Maria Morelos y Pavón, quien solía llamarse a si mismo "el siervo dala nación". Entre sus lugartenientes figuraban excelentes militares, como los hermanos Galeana, los hermanos Bravo y Vicente Guerrero. Félix Maria Calleja y Agustín de Iturbide los combatieron durante más de cuatro años, hasta que, el 5 de noviembre de 1815, Morelos fue capturado, despojado de su cargo de sacerdote y ejecutado el 22 de diciembre de 1815, en San Cristóbal Ecatepec. El movimiento de independencia no pereció con Morelos. Vicente Guerrero y otros insurgentes siguieron luchando tenazmente, hasta que lograron liberar a México de la opresión española.
Por instrucciones de Juan Antonio de Riaño, intendente de Guanajuato, los realistas se refugiaron en la Alhóndiga de Granaditas. Al medio día del 28 de septiembre de 1810, se inició un encarnizado ataque. Los insurgentes sólo contaban con palos y piedras, mientras que los españoles poseían cañones, granadas y rifles, y para vencerlos era necesario penetrar en la fortaleza. Entonces un joven minero, llamado Juan José de los Reyes Martínez, y apodado El Pípila, se cubrió la espalda con una losa de piedra, tomó una rama de ocote encendido, se arrastró hasta la puerta y le prendió fuego. Fue así como el pueblo derrotó a los realistas. La esclavitud agobió a los habitantes de nuestra nación durante los tres siglos de dominación española. Hernán Cortés impuso la abominable costumbre de herrar a los indígenas y cambiarlos por mercancías o ganados.
La esclavitud afectó principalmente a los jóvenes de sexo masculino, cuya vida se acortaba sensiblemente, a causa del despiadado trato que recibían y de la rudeza de los trabajos que los obligaban a desempeñar. El cura Miguel Hidalgo y Costilla estaba indignado ante semejante barbarie, y su primer decreto, como jefe del movimiento, fue el de garantizarles a todas los mexicanos el derecho de ser libres. Cada 15 de Septiembre a medianoche se lleva a cabo la tradicional ceremonia y fiesta del llamado "GRITO DE INDEPENDENCIA", se realiza en el Palacio Nacional en Mexico D.F. (Mexico City), en esta fiesta y ceremonia el Presidente de la Republica en turno hace llamado a el pueblo a gritar con el tipico "vivas" para asi honrar a nuestros heroes nacionales y conmemorar una vez mas nuestra Independencia de España.
¡ Vivan los heroes que nos dieron Patria y libertad !
¡ Viva Miguel Hidalgo !
¡ Viva Morelos ¡
¡ Viva Allende !
¡ Viva la independencia de Mexico !
¡ Viva Mexico ¡
¡ Viva Mexico !
A lo cual toda la gente reunida en la Plaza de la Constitucion o Zocalo, le sigue en sus porras y vitores alusivos a la independencia. esta ceremonia-fiesta se lleva a cabo en cada ciudad, en cada pueblo de todo Mexico y es encabezada por la maxima autoridad de ese lugar, despues de todo eso, es tipico que haya fuegos artificiales y juegos pirotecnicos (fireworks) los cuales siempre llevan las figuras del escudo nacional y de los heroes de la patria. y claro en todo esto siempre hay los tipicos antojitos y comida muy mexicanos.

La Colonia ( Nueva España 1521-1821 )

















El gobierno colonial
Las instituciones y personas que gobernaron a la Nueva España durante la colonia fueron las siguientes, en orden de importancia:
El rey. A lo largo de toda la historia colonial el rey de España fue la autoridad suprema. En la época de la conquista de México el monarca en quien recayó la responsabilidad efectiva del gobierno fue el emperador Carlos I de España y V de Alemania. Su política fue fundamentalmente absolutista, es decir, concentrando en la corona poder absoluto, de manera que la voluntad real no tenía límites legales y constituía la ley suprema. Los reyes gobernaron, pues, a México desde España basándose en los informes que recibían, interviniendo personalmente en raras ocasiones ya que delegaron la autoridad en instituciones que actuaban en su nombre. Jamás un rey de España visitó México ni ninguna otra de las colonias españolas en América
El Real y Supremo Consejo de las Indias. Fue la autoridad subordinada de más alta categoría creada por el rey para gobernar las colonias en América, con un grupo de ministros nombrados por él. Las funciones del Consejo de Indias abarcaban toda clase de asuntos, incluso los relativos al aspecto administrativo y financiero de la Iglesia en las colonias. Las decisiones, sentencias, leyes y acuerdos del Consejo representaban de la manera más directa la voluntad real, y como el rey, el Consejo gobernaba desde España, donde tenía su asiento.
La autoridad del Consejo era, pues, enorme y comprendía, para decir en términos actuales, la correspondiente a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
La Audiencia. Durante La Conquista y su consolidación fue Hernán Cortés quien gobernó en la Nueva España, sin embargo muy pronto el rey lo privó de su autoridad al establecer un órgano gubernamental superior que se llamó la Audiencia de México. Este órgano, como el Consejo de Indias, estaba integrado por varios magistrados llamados oidores, fungiendo uno de ellos como presidente de la Audiencia. En términos generales, las funciones de este órgano eran una mezcla de poderes, porque no sólo gobernaba en lo político y en lo administrativo, sino que también era un tribunal superior en asuntos civiles y criminales.
En la Nueva España hubo Audiencia antes de la creación del cargo de virrey, y en ese tiempo fue la autoridad más alta de la colonia, aunque, desde entonces, su poder no incluía asuntos militares, ya que estos correspondían al Capitán General (ejercido en un principio por Hernán Cortés) ni asuntos relativos a la hacienda y los impuestos, que estaban al cuidado de funcionarios llamados oficiales reales. El gobierno de la primera Audiencia fue desastroso por los terribles abusos que cometieron los oidores, al grado de que estuvieron a punto de provocar una rebelión.
La segunda Audiencia, en cambio, fue ejemplar, de ella formó parte don Vasco de Quiroga que después fue obispo de Michoacán y un gran benefactor de los indios de esa región.
Además de la Audiencia de México existió la que se llamó Audiencia de la Nueva Galicia, o sea la de Jalisco. Residía en la ciudad de Guadalajara y era subordinada de la Audiencia de México. Ambas se mantuvieron a lo largo de toda la historia colonial.
El virrey y otros funcionarios. La pésima administración y desmanes de la primera Audiencia, entre otros factores, mostró la necesidad de que residiera en México un funcionario que representara en la colonia a la persona del monarca. El título que se le dio a ese funcionario fue el de virrey, palabra que, precisamente, quiere decir el que está en lugar del rey. Los poderes y facultades del virrey fueron muy amplios. En él se depositó toda la acción gubernamental y administrativa de la colonia que se había concedido a la Audiencia, y ésta quedó a ese respecto como un órgano que auxiliaba al virrey, puesto que éste era el presidente titular de la Audiencia. Sólo en los casos en que faltaba el virrey por muerte u otra circunstancia, la Audiencia recobraba provisionalmente su poder mientras el nuevo virrey tomaba las riendas del gobierno. El poder de la Audiencia como tribunal de justicia quedó intacto, porque en esos asuntos el virrey no tenía facultades. El virrey, además, ostentaba el cargo de capitán general y era el jefe supremo en asuntos militares. En una palabra, el virrey fue la autoridad local suprema y su poder subsistió durante todos los años de la historia colonial. Del virrey dependían una multitud de empleados y autoridades subalternas por medio de las cuales gobernaba el enorme territorio bajo su mando. De esas autoridades las más importantes fueron los alcaldes mayores y los corregidores, que residían en las principales ciudades de provincia. En la época final de la colonia, las extensas regiones del norte del virreinato fueron sujetas a gobiernos especiales llamados Comandancias de las Provincias Internas, y además todo el territorio de la colonia fue dividido en porciones que se conocían con el nombre de Intendencias. Los funcionarios que gobernaban las nuevas entidades le restaron poder a los virreyes, aunque éste fuera de todos modos el jefe supremo.
Visitadores. Eran enviados del rey, investidos de gran autoridad y su labor era la de inspeccionar y revisar la conducta de las autoridades,virrey incluido, y de imponer suspensiones y penas. Generalmente los visitadores eran enviados cuando ocurrían alborotos graves que alteraban la tranquilidad y el orden públicos, cuando había sospecha de malos manejos financieros, o cuando estaba en peligro la fidelidad de la colonia al rey, como en el sonado caso de la llamada "Conjuración del marqués del Valle" que fue el intento del hijo de Hernán Cortés y de un grupo de encomenderos ricos de separar la Nueva España para convertirla en un reino independiente o cuando José de Gálvez, villano visitador se encargó de la expulsión de los jesuitas.
Juicio de residencia. Más que una institución era una instancia y consistía en una investigación pública acerca del modo en que un empleado o un funcionario había desempeñado su cargo, particularmente acerca del manejo de la hacienda. En casos importantes, como eran los relativos al gobierno y honradez de los virreyes, la investigación la llevaba a cabo un juez especial enviado desde España. El juicio se llamaba de residencia, porque se llevaba a cabo en el lugar en que había residido el funcionarío enjuiciado y porque no se podía ausentar de él sin dejar un apoderado que respondiera a los cargos.
Ayuntamientos. A las ciudades y pueblos se les reconocía personalidad como entidades independientes en todo lo relativo a sus intereses particulares. Para la representación legal y administración de esos intereses las ciudades o pueblos tenían unos funcionarios y empleados que, reunidos en un cuerpo de gobierno, tomaban el nombre de ayuntamiento, porque esta palabra significa, precisamente junta o reunión de personas. A los ayuntamientos, pues correspondía resolver, reglamentar y ejecutar todo lo concerniente a la vida de la ciudad y a su desarrollo físico. Es imposible enumerar la multitud y gran variedad de asuntos que caían bajo el gobierno del ayuntamiento, pero para dar una idea de ello pueden decirse que, en términos generales, eran los que hoy corresponden a los gobernadores actuales.
Puesto que la ciudad de México era la mayor y principal de todas las ciudades de la Nueva España, su ayuntamiento también gozó de igual preeminencia. Pero a este respecto es muy necesario subrayar el otro motivo de su importancia en la vida de la colonia. En efecto, como el ayuntamiento era una autoridad que no procedía directamente del rey, sino que era de origen local y representativa de los colonos, inevitablemente se convirtió en el órgano defensa de los intereses de aquéllos en la creciente pugna con los intereses cada vez más absorbentes de la corona. Y fue así que, encabezando a los ayuntamientos de las otras ciudades, el de México adquirió una fuerza política y social a cuyo amparo se incubaron los anhelos de libertad y de independencia.

Evangelización, Real Patronato e Iglesia
La evangelización fue otro de los grandes acontecimientos del siglo XVI . Se inició con la llegada del clero regular, de cuyos pasos quedaron huellas en diversas regiones de nuestro país. Los primeros misioneros fueron los franciscanos, luego llegaron los dominicos, los agustinos, los jesuitas y más tarde otras corporaciones llamadas congregaciones menores. La fundación de pueblos y misiones trajo consigo el surgimiento de escuelas, monasterios, parroquias, etc.
La capacidad racional de los indígenas y el derecho para recibir los sacramentos, tener libertad e instrucción fueron reconocidos por la bula Sublimis Deus, expedida en 1537 por el papa Paulo III.
En el siglo XVI se estableció también el clero secular, integrado por obispos, presbíteros o curas, fiscales o alcaldes de doctrina y doctrineros; el primer arzobispo de la Nueva España fue fray Juan de Zumárraga ( 1546 ). Su autoridad superó a la del clero regular.
Entre otras instancias, su injerencia se observa en los tribunales del Santo Oficio. Los primeros representantes de la Inquisición llegaron en 1527. Su labor principal era perseguir y procesar a quienes ponían en peligro a la fe ( judaizantes, musulmanes, infieles y herejes ) y, de acuerdo con la cédula real de 1569, se estableció en las Indias a partir de 1571.
Durante la Colonia y a partir de los reyes católicos, el absolutismo implicó la unidad territorial, política y religiosa en sus dominios. Esta unión debía manifestar el predominio monárquico sobre cualquier institución y, en el caso de la Iglesia, se logró mediante el Real Patronato, es decir, en el reconocimiento o legitimidad que los Papas ( 1493-1508 ) habían concedido al poder temporal de los reyes . El Patronato Real hizo de la Iglesia otra rama del gobierno.


La dualidad del orden
Si bien la vida novahispana giró alrededor de las instituciones inspiradas en modelos españoles, en muchas partes se mantuvieron los vestigios del mundo prehispánico en cuestiones tan importantes como el orden interior de los pueblos indígenas, conocimientos de la naturaleza y recursos, así como diversas técnicas y artes.
Por otra parte, la Conquista acentuó la dispersión de los naturales, por el consecuente descenso de la población como resultado de la guerra, el hambre y la explotación y, sobre todo, por las enfermedades; entre 1550 y 1605, por ejemplo, la población disminuyó de manera impresionante por epidemias.
En la sociedad colonial. hubo una marcada diferenciación por estamento. Cada grupo étnico de indios, españoles, negros y castas, estaba protegido por una legislación que dificultó una movilidad social y determinó su permanencia en estamentos específicos; los novohispanos tenían jurisdicciones especiales que reglamentaban desde su forma de vestir hasta sus derechos políticos.
En el siglo XVII se distinguía una dualidad, la del orden. La organización social y política dio sitio a la " república de españoles " y la " república de los indios "; para una y otra se aplicaban las disposiciones que tanto desde la metrópoli como desde los propios territorios americanos se dictaban, esto es, el llamado derecho indiano.
Excluidos del orden de " repúblicas ", mestizos, castas y negros vivieron cerca de o entre los blancos e indígenas. Legalmente no podían aspirar a puestos reconocidos como " honrosos ", pero al convivir con criollos -hijos de españoles nacidos en América- y españoles se asentaron en villas, ciudades o pueblos, trabajaron para ellos y alcanzaron a veces una situación jurídica mejor que la de los indios. Aun así, se les señaló como la " plebe " y, a excepción de los hijos legítimos de mestizos y mulatos, se les dificultó una movilidad social.